Heather, residente del sur de Filadelfia y originaria del noreste de la ciudad, encontró el trabajo de sus sueños (y a la vez un régimen de ejercicio) cuidando y paseando perros.
“Yo disfruto de la libertad. Estoy afuera. Estoy haciendo ejercicio. Estoy quemando calorías y me pagan por hacerlo.”
Antes de pasear perros, Heather intentó otros tipos de actividad física como el yoga, las clases de baile e ir al gimnasio, pero no encontró nada que le gustara. Nunca tuvo la oportunidad de explorar deportes de equipo cuando era niña porque su familia era muy grande y no tenían suficiente dinero. Por esa razón, Heather tenía que encontrar algo que funcionara justo para ella, en todos los niveles.
A los 30 años, Heather se dio cuenta después de varios años de afiliación a gimnasios que un StairMaster, una máquina elíptica o cualquier otra máquina no era lo suyo. Lo que ella necesitaba era un ambiente ‘real.’ “Paseando perros, estás afuera, conociendo a gente nueva y controlando el nivel de tu ejercicio en una zona sin presiones. Es perfecto.”
Para ella, como para muchos de nosotros quienes sentimos que hay muchas – quizás demasiadas – formas diferentes de ponerse en forma, lo más importante es encontrar la actividad perfecta que se adecue a nuestras necesidades.
“Yo me motivaba por una semana, decía ¡HAGÁMOS ESTO! Preparaba los batidos de frutas. Hacia un tipo de ejercicio nuevo y raro. Y siete días después, ya no me importaba. Volvía al sofa, encontrando cualquier razón para no hacer ejercicio. La motivación es fugaz. Encontrar algo que fuera perfecto para mí fue el obstáculo más grande.”
Y ahora, Heather también ha encontrado su lema perfecto: “progreso, no perfección.” Ella explica, “perfección sería correr esa carrera de 5 kilómetros. No creo que eso vaya a suceder en mi mundo. Pero sí intento caminar cinco millas al día. Eso es progreso.”
¿Pero por qué pasear perros? Heather explica:
“Todos tenemos días malos en los que no queremos hacer nada. Pasear perros es el catalizador perfecto para superar ese obstáculo. Pasear perros me ayuda a despejar mi cabeza, lo cual me permite poner las cosas en perspectiva.”
También ayuda el hecho de tener compañeros de ejercicio que no dan excusas. “No le puedes mirar al perro y decirle, lo siento, hoy no vamos a caminar. Dale y orina en el piso.”
La mejor parte son los resultados – tanto a corto como a largo plazo – psicológica y físicamente.
“Cuando mi día no va muy bien y no tengo ganas de hacer nada, empiezo a caminar, y sigo caminando. Me siento miserable durante las primeras cinco cuadras. Pero cuando vuelves a casa te sientes mejor y con motivación para seguir con el programa.”
Y las recompensas de esa persistencia se están volviendo evidentes: “Yo no estaba feliz con el estado de mi cuerpo, pero ahora veo pequeños cambios. He notado que mis piernas están un poco más delgadas. Mis jeans me quedan de manera diferente. El simple hecho de ver los cambios en mi cuerpo es fantástico.” Y estas recompensas solidifican su compromiso con seguir.
“Ahora estoy caminando mucho más. Pasear perros me dio el catalizador para romper una barrera incómoda que me impedía ponerme en forma.”
Pero así como lo dice el lema de Heather, se trata del progreso y no de la perfección. ”Todavía hay esos días en que digo, ‘creo que hoy sólo vamos a pasear por la cuadra y regresamos inmediatamente.” Pero incluso pasear por la cuadra, si bien no es caminar cinco millas, “te hace sentir bien porque hiciste algo,» dice Heather. «Manténte motivado, y la próxima vez ve por una caminata más larga.”